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martes, 21 de marzo de 2017

Fahrenheit 451

¿Llegaremos algún día a la sociedad que se imaginó Ray Bradbury ya en 1953?

Seguro que no. No llegaremos al extremo de quemar los libros por actuar como transmisores de ideas, libertad y mundos imaginarios. No creo que nunca se llegue a realizar una caza de sabios.

Pero desde luego, sí creo en la marginación del literato. En la división social entre los cultos y los incultos. 
Hace unos años, las personas que salían en programas como "Mujeres & Hombres & Viceversa", "Sálvame", (por poner ejemplos actuales, pero este tipo de programas siempre han existido, desde Salsa Rosa, Aquí hay tomate, etc. que yo recuerde) etc. eran especímenes aislados, había un "viceverso" por cada 100 personas. 
Ya no. Este cliché de jóven, sin más estudios que los obligatorios, que realiza el culto al cuerpo y que no utiliza los libros más que para calzar la mesa; se ha convertido en un reflejo bastante fiable de la mayor parte de los veinteañeros (y bajando cada vez más de edad, llegando a los 15-16 años) de este país.

Otro hecho que aparece en esta novela y que está cada vez más presente en nuestra sociedad son ¨las familias¨. Para las personas que no hayan leído este texto, ¨las familias¨ son unas personas que aparecen en las pantallas que las casas ajenas, interaccionando con ellas a través de concursos, creando contenidos informativos totalmente manipulados destinados al sometimiento de las mentes, para que nadie se pueda salir de su cauce. 

¿No os recuerda esto a las pantallas que más nos absorben? Hoy en día hay personas (no solo jóvenes) que dedican más horas al día mirando una pantalla, que a la cara de otra persona. Esto puede generar una sociedad de personas más informadas de lo que hace la novia de un futbolista, que de sí en la calle llueve o hace sol (sin tener en cuenta la gente que cuelga en las redes sociales el tiempo que hace).

¿Hacía dónde vamos? ¿Puede llegar a haber una persecución real de conocimientos? Lamentablemente, la reciente elección de Donald Trump como presidente de la primera potencia mundial, me hace tener una opinión pesimista sobre este asunto. Obviamente no se puede llamar analfabeto a este personaje, pero sus opiniones y su forma de pensar no son las que más favorecen al desarrollo cultural de la nación más influyente del mundo.

¿Qué podemos hacer? Seguir ilustrándonos, cultivandonos, teniendo inquietud por aprender cosas nuevas. Y si llega el día en el que poseer una gran cantidad de conocimientos se convierta en un delito... 

Bueno, en ese caso creo que nos tocará hacernos los tontos.


martes, 7 de marzo de 2017

Artivismo


Pocas cosas realizan más como persona que participar en un evento de concienciación social. ¿Y qué mejor manera de concienciar sobre la compasión, que invitándonos a crear una serie de círculos y/u óvalos en los que cada uno tenía que reflejar lo que significaba para él/ella esta palabra?

Esta iniciativa llamada Golden Red, no solo te hace decorar unas formas geométricas, que luego unirán para crear una especie de Red de protección. Sino que te invitan a reflexionar, y a realizar al menos una acción compasiva al día.

Compasión no es solo sentir pena por los más desfavorecidos, ni cederle el asiento en el autobús a una persona mayor.

Compasión es pensar antes de actuar. Reflexionar sobre las consecuencias que tienen nuestras acciones sobre los demás. 

Igual para ti es más cómodo tirar ese envoltorio de chicle al suelo, que esperar a pasar por una papelera. Al barrendero le va a suponer un esfuerzo extra coger tu envoltorio, pero ¿y si todos tiraran sus envoltorios al suelo?
Es muy fácil decirle al chico más tímido de la clase que es un rarito, pero ¿no se sentiría mejor si te acercas a él y le preguntas cómo se siente o directamente te acercas a hablar con él sobre cualquier cosa? 

La compasión está tanto en las grandes cosas, como donar dinero o tiempo a ONGs que lleven a cabo proyecto sociales; como en las pequeñas cosas como tirar tu envoltorio de chicle a la papelera. 

Maestros de vida

¿Qué es un profesor? Según la Real Academia Española, "persona que ejerce o enseña una ciencia o arte".
Pero, ¿qué deberían ser? ¿nos tenemos que conformar con que nos enseñen a leer, sumar, dibujar...? 
Hoy en clase nos han enseñado el documental Children Full of Life que, personalmente, ya había visto, pero que ha sido igual de impactante que la primera vez. 
Este documental abre el siguiente tema ¿deberían los profesores enseñar algo más que las capitales de europa o la raíz cuadrada de 36? ¿son los padres los encargados de enseñar valores a sus hijos o también es tarea de los maestros?
Bajo mi punto de vista, creo que no hay que llegar a ninguno de los dos extremos. Ni los profesores deberían limitarse a enseñar las asignaturas estándares, ni es tarea de los maestros inculcar valores a los niños.
Dejando a un lado la eficacia de nuestro sistema educativo, creo que los profesores deberían servir de modelo para las nuevas generaciones. ¿Cuántos nos hemos encontrado profesores que han dejado bastante que desear tanto desde el punto de vista educativo como persona.
Tras mudarme por segunda vez y como bienvenida a mi nuevo colegio, tuve una profesora de la que no guardo un buen recuerdo. Era buena haciendo que aprendiéramos las distintas lecciones, de matemáticas, de lengua, de geografía... ¿pero con qué método? Recuerdo que nos preguntaba las lecciones en clase, y si no sabías la respuesta,el castigo era un capón (con el nudillo) en la coronilla. Más nos valía pasarnos toda la tarde después de llegar a casa, estudiando para las preguntas del día siguiente.
Pero no todos los profesores son malos, afortunadamente. Tampoco la mayoría son de los buenos. En mi caso, la proporción está en 90% profesores mediocres, es decir, que te enseñan la asignatura, la apruebas y te olvidas; 1% malos profesores, como profesionales o como personas; y 9% buenos profesores.
El primer profesor que tuve al empezar la Educación Secundaria Obligatoria, es el que recuerdo con mayor cariño. Cuando le conocí, Jose Luis, ya era un hombre mayor, con mucha reputación (buena y mala por partes iguales) en todo el instituto. Todos le conocíamos como "el setas" porque le encantaba ponernos ejemplos de cuando iba a coger setas.
Yo le tenía miedo, para que engañarnos, no me hizo ninguna ilusión saber que iba a ser mi profesor de Geografía e Historia. Su mala reputación venía de su exigencia. Todos los días teníamos que hacer un control sobre un mapa político, de montañas o de ríos de todos los continentes, que eran una parte importante de la nota final.
Pero según iba avanzando el curso nos dimos cuenta de que su preocupación por nosotros, por asegurarse de que entendíamos las cosas en vez de memorizarlas, y su deseo de que nos convirtiéramos en buenas personas, era más que grande. 6 años después de pasar por su clase, asistió a nuestra graduación de Bachillerto, nos felicitó a cada uno de nosotros, aun habiéndose jubilado unos años antes. El recuerdo que me llevo de este profesor todavía me despierta ternura y me da fuerza cada vez que me encuentro con un mal maestro.

VIDA

La vida es todo. 

Nosotros somos vida y todo lo que nos rodea también. Tus amigos, los desconocidos que te cruzas por la calle, el árbol que está debajo de tu casa, el ambiente en el que te mueves... Todo.
Es la sensación de la lluvia cayéndote en la cara después de un día muy largo. Es levantarte un domingo sin saber, ni importarte, que hora es. Es el olor bollería al pasar por delante de una panadería...
Es algo individual y a la vez colectivo. Tú tienes tu vida, pero está en tu mano hacer que la vida de los demás sea agradable, plena, que merezca la pena ser vivida.
La vida son decisiones. Es acertar, fallar, aprender, llorar, reír, odiar, amar... 
Cuando me mandaron analizar lo que significa para mi la palabra "vida" pensé en todas las cosas que tienen vida y las cosas que te hacen disfrutar de ella. Pero, ¿qué no es vida? ¿Acaso hay algo que no sea vida? El mero hecho de estar vivo, ¿no convierte a todo lo que te rodea en parte de tu vida?
Al no poder responder a estas preguntas, llegué a una conclusión.
Sea lo que sea la vida, lo que tengo claro es que la vida no está para explicarla, sino para vivirla.

Mi vida no ha sido un camino de rosas, pero tampoco lleno de espinas. Si tuviera que utilizar una palabra para describirla sería "inquieta".
No he llegado a estar más de 4 años seguidos haciendo lo mismo en un sitio (me refiero a estudios sobretodo). Habiendo nacido a las afueras de Burgos, a los 3 años mis padres y yo nos mudamos a la parte centro de la ciudad, donde empecé el colegio. Cuatro años más tarde, ya con mi hermano, nos volvimos a mudar a la parte opuesta de la ciudad. Ahí acabé la educación primaria. 
Me cambié a un instituto, y 4 años más tarde, tras haber acabado la ESO, decidí que no quería hacer una modalidad "normal" de bachillerato. Me fui hasta la otra punta de Burgos (cerca de donde había vivido al comenzar mi vida) para comenzar el bachillerato de Artes.
Lo que me movía a recorrer todos los días la ciudad de un extremo a otro, fue la fotografía. Tras haber ganado algunos premios de fotografía matemática y artística, pensé en desarrollar mi habilidad en esta escuela.Después de pasar por las manos de una profesora de fotografía y edición nefasta, abandoné este arte visual y pasé el 2º año de bachillerato barajando nuevas opciones de estudio y posibles salidas profesionales.
Un año después estaba empezando el ciclo superior de Realización de Proyectos Audiovisuales y Espectáculos. Al terminar las prácticas en una televisión local, me ofrecieron un puesto de trabajo (mi contrato se iría renovando, o no, cada año) que rechacé para poder seguir estudiando.
Hoy estoy aquí, en esta nueva etapa, estudiando el grado en Publicidad y Relaciones públicas en el campus Maria Zambrano.
¿Y mañana?